viernes, 1 de agosto de 2014

Crónica- Reflexión

El objetivo de este trabajo era hacer una crónica con una visita que habíamos hecho a la Universidad de San Martín. Teníamos que tomar un tema que nos interesaba, o mejor dicho que le interesara al lector y con eso hacer este trabajo.

Visita a la UNSAM

por Jimena Ferreyra

Me desperté muy temprano el jueves por la mañana, mientras me estiraba en la cama pensé en la salida que íbamos a tener ese día con el colegio. Visitaríamos una universidad, la Universidad Nacional de San Martín. Estaba muy emocionada porque nunca había estado en una universidad y quería saber cómo eran los alumnos, los profesores y los espacios.
Me levanté de la cama para preparar el desayuno y mientras esperaba que el agua de la pava hirviera, le mandé un mensaje a mis amigas, Laura y Magalí, para arreglar cómo y en dónde íbamos a encontrarnos.
Terminé mi desayuno, tomé mis cosas y me dirigí a la parada del 110, lo esperé más de diez minutos. Era una mañana muy fría y a pesar de que yo estaba bien abrigada, el frío se colaba por los lugares abiertos de mis pantalones y mi campera. Miraba el cielo de a ratos deseando que no lloviera para que eso no arruinara la visita a la universidad.
Me subí al colectivo escuchando música y cada vez me sentía más ansiosa por llegar. Mis profesores en la primaria y algunos de la secundaria nos habían dicho que era un lugar diferente, y quería comprobar si eso era cierto. Cuando estaba por llegar a mi destino, le mandé un mensaje a Laura para que me fuera a esperar en la parada. Nos quedamos unos minutos hablando y comentando de lo frío que estaba el día, cuando llegó el papá de Magalí con el auto.
Al llegar miré el edificio sorprendida, era un lugar bastante grande y se veía muy aburrido. No había personas, apenas unos pocos alumnos que llegaban en auto o caminando, el gris oscuro del cielo hacía más monótona la escena de la universidad. Nos dimos cuenta que nuestros compañeros no estaban y al preguntar a qué hora nos teníamos que juntar, descubrimos que habíamos llegado una hora antes. Decidimos ir a la cafetería de la universidad porque afuera el frío se estaba tornando insoportable.
Miraba a los pocos alumnos que había, un pequeño grupo de seis o siete personas desayunando y hablando, no parecían estar estudiando, se reían mucho. Luego entró un chico con sus apuntes y libros y se concentró solo en la gran pila de hojas que tenía frente a él.
A la hora acordada nos dirigimos nuevamente a la entrada donde nos encontramos con nuestros compañeros y profesores. Las guías, dos simpáticas chicas que estudiaban en la UNSAM comenzaron a contarnos la historia del lugar. Anteriormente la universidad no existía como tal, sí existía el enorme predio que se usaba para dejar los trenes cuando no estaban en uso. Me llamaron muchísimo la atención dos lugares de estudios muy particulares, eran “aulas-tanque”, en una se estudiaba danza y en la otra micro tecnología. Eran dos tanques grandes de color rojo. Mientras los mirábamos las chicas nos contaban que ahí, antes de que estuviese la universidad, se guardaba el combustible de los trenes. Me resultó muy creativo y original la forma en la que pudieron conservar algo histórico y fusionarlo con la universidad y la innovación que trajo.

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