viernes, 1 de agosto de 2014

Ficcionalización- Materia: Reflexión

Ficcionalización que tuve que hacer para la materia Reflexión. La consigna era tomar una anécdota de un primer día y hacerla ficción, no contarla como crónica que es lo que muchos de nosotros en mi curso nos equivocamos. Espero que le sirva a alguien.

Primer día en Burger King

-¿Querés ir a fumar porro a la plaza de acá a dos cuadras?
Esa pregunta me dejó perpleja. Es que ¿a quién se le ocurre hacerle esa pregunta a alguien que recién conoce? ¡Y encima en mi primer día de trabajo! Casi me atraganto con la comida. A mí nunca me gustó ese tipo de cosas pero parecía que muchos de ellos ya estaban acostumbrados porque todos me miraron y asintieron a la idea de la chica, que mientras hablaba intentaba que la comida no se escapara de su boca.
Yo no sabía cómo reaccionar, no quería que creyeran que los estaba rechazando por ser mala ni nada de eso, así que agarré mi hamburguesa y enfoqué mi vista solamente en ella. Pero otro chico habló y entonces levanté la cabeza para ver cómo todos me miraban, era como si esos ojos me encerraran en una habitación y no tuviera escape alguno.
-Dale, va a ser divertido. Te quedás un rato si querés, nada más.
Tenía que decirles que no o me iban a seguir insistiendo, pero tenía que saber que era el juguete nuevo del local, y seguramente ellos querían divertirse conmigo. Mastiqué la hamburguesa por más tiempo del que necesitaba, mientras pensaba una respuesta, y cuando tragué logré contestarles.
-No, gracias, me quiero ir a mi casa a dormir.
Ellos se miraron y rieron, asintieron y escuché que el chico que estaba a mi lado me decía que estaba bien, que fuera a dormir que seguro estaba cansada por el trabajo y los nervios del primer día.
¿Qué persona con dos dedos de frente rechaza a sus compañeros el primer día? Nadie. En ese momento caí en que iba a ser un bicho raro para todos ellos, así que decidí cambiar de opinión antes de que me pisoteen como a una sucia cucaracha.
-Mejor voy con ustedes, descanso en otro momento.
Sus caras se iluminaron rápidamente. Todos me dijeron palabras alentadoras y me hablaban de lo bien que la iba a pasar.
Al terminar de comer, fuimos a una plaza que quedaba a unas cuadras del trabajo. A los pocos pasos de llegar, mi cuerpo se endureció como el de una momia. En la plaza nos esperaban unos chicos que me inspiraban todo tipo de presentimientos negativos. Sentía miedo, angustia, quería salir huyendo de ese lugar.
-Tranquila, si estamos con ellos no nos pasa nada.
¡¿No nos pasa nada?! ¿Se supone que eso me tendría que dar seguridad?
No podía creer en que lío me había metido. Decidí pensar qué excusa decirles para regresar a casa cuando de repente veo que uno de esos tipos tenía una navaja en su mano izquierda… UNA NAVAJA.
Lo único que pasó por mi mente en ese momento fue fingir un desmayo… Pero que resultó siendo real.
Desperté en el hospital rodeada de mi mamá y varios médicos. Me hicieron varias preguntas a las que respondí “sí, no, no sé, nada”. Lo único que me importaba en ese instante era lograr cambiarme de local de comida rápida porque, algo así, no quiero repetirlo jamás.

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